lunes, 11 de enero de 2016

Poesía: Tragaba para poder atravesar el techo y llegar al Kilimanjaro



Tragaba para poder atravesar el techo y llegar al Kilimanjaro
 


Tragaba una tras otra,
con agua y con  enorme pesar.
Cada nueva pastilla era un paso más para ver
las nieves de un monte africano desde otra dimensión.
Con 17 años casi todo era intenso,
horrendamente amplificado,
como a un ciego que le pasa un cortacésped a diez centímetros
de distancia de su oído.

Aquella vez no pude controlar nada,
no podría apartar la decepción que sentía mi padre,
no podría soportar que me llamara traidor,
el dolor me paralizaba el riego vital.

Quería dejar ser parte de este mundo,
romper los puentes, romper los afectos,
romper los sentidos para seguir respirando.
Llego el colapso y me hundí,
la matriz materna se soltó,
 y una tras una,
tragaba,
apuntaba al corazón hundido.
Oscuridad y desconexión.

Abrí los ojos y el techo me atrapaba,
a pesar de sentir las piernas pesadas,
sentí un remolino en el techo que me atraía hacía el.
No podría soltar esa presión,
y cada vez que atravesaba el remolino del techo,
volví a caer al suelo. 

No conocí, perdí.
No me levantaba, caía siempre.
La punta de la montaña helada,
leopardos blancos arañaban mi pecho sudoroso,
Bucles angustiosos,
duraron semanas,
así recuerdo la vez que intente romper.
Desde entonces la tengo pegada en mis letras,
algunas veces lo suelto,
otros solo me callo. 
Vida mortífera, muerte agradecida.

@ Las Crónicas de Ava

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