domingo, 9 de octubre de 2016

Poesía: Denúncialo



Denúncialo

¿Por qué sigues aguantando?
Él te pego, te humilló.
Estabas tirada en el suelo y te pisó la cara con la suela del zapato hasta hacerte sangrar.
Las rayas de las baldosas del suelo llevaban a la puerta
de la niña encerrada en su habitación.
“No salgas cuando Papi y Mami están discutiendo”,
eso le habías inculcado.
 
¿No ves que aquel: “Si quiero, hasta que la muerte nos separe”
que le diste en la iglesia de San Blas, no tiene ningún sentido?
Él ya no es ese hombre,
ya no es ese padre de una criatura en común traída al mundo hace más de siete años.

Tu cuerpo es soberano, tu mente es tuya, tus acciones también,
métete eso en la cabeza, a pesar de sus palabras y amenazas constantes.

Las costumbres de tus padres, la sociedad, la religión, el qué dirán,
la puta tradición, te han influenciado a poner tus deseos, siempre, en el último cajón de tu vida.
Besar a otro está mal, mirar a otro no se hace,
abrazar (por Dios, qué es eso),

no es la vida que pide tu vida.

Hace un par de meses conociste un hombre maltratado,
si, también los hay.
Hace un par de semanas te atreviste a besarlo,
y a él se le soltó un poco de infierno que llevaba encima.

Hoy fue el último golpe de tu marido.
¡Marido!
Que expresión tan vacía la de nombrar a alguien
que debería ser el mejor compañero de aventura.

Quieres una vida diferente, muy diferente a la de ahora.
Quieres besar a quien te de la gana,
acariciar, si las neuronas te inducen a tocar.
Quieres matar todo el rastro de culpabilidad que te inflingieron desde que tienes uso de razón.

Hoy, has podido plantar la bandera de tu soberanía.
Tú eres la plaza fuerte que nadie puede asaltar.
¡Nadie!

@ Las Crónicas de Ava

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